Estamos todavía en los años 60. Los 'menuts' siempre se compran frescos en la parada de la Boqueria. Y en casa, las mujeres, en general, los cocinan. El boom de la restauración y la pasión de los foodies es cosa del futuro. Como la venta de productos ya cocinados los mercados.
Francisca va a una escuela del barrio, cerca del Paralelo, propiedad de un tío suyo. Por lo que cuenta, iba muy a gusto. Pero la muerte de un hermano, primero, y de una hermana, después, hace que sus padres la envuelvan casi entre algodones. Y en lugar de dejarla ir a la escuela, deciden que se quede en casa.
Sin embargo, no deja de estudiar. Tiene no una sino dos institutrices. Una, que la había tenido como maestra en la escuela, tenía por (mal) costumbre reñirla muy a menudo. Pero, cuando sus padres la contratan para darle clases en casa, la trata como una personita. Es época de grandes y largas lecturas. "La edad de Oro" de la literatura castellana al completo. Desde Cervantes a Lope de Vega.
En casa, se habla catalán. Fuera, en la calle, la situación es muy diferente, en un país que no consigue sacar la cabeza hasta bien avanzados los sesenta. Aún así, Francisca tiene tiempo para aprender a tocar el piano.
Salir de casa sola!
Siempre bajo el ojo vigilante del padre, con miedo de que le pase nada a su hija, y ya con veintiun añitos, Francisca consigue el permiso para salir de casa -sola! - para estudiar francés en la academia Berlitz de la calle Balmes. Un día, de camino entre Manso y Balmes, se detiene en un escaparate. Y en el vidrio que hace de espejo, es capaz de reconocer una figura familiar, medio escondida entre un grupo de personas que esperan para cruzar la calle. Es su padre, que no quiere que le pueda pasar nada a la jovencita. Estamos en el año 67.
La Francisca recuerda que la Barcelona de finales de los sesenta es una ciudad tranquila, aunque se motoriza a gran velocidad. La rambla es de los barceloneses. Y el ambiente del paseo de Gracia no tiene nada que ver con el de Ciutat Vella. Explica que le impresiona la opulencia que muestran algunas personas cuando entran o salen de casas y despachos.
Y durante todos estos años, varias generaciones de mujeres han estado al frente de la parada de Despojos en la Boqueria. La Francisca da su testimonio en el vídeo.